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Trabajadores en la fábrica de semiconductores SkyWater Technology, en Bloomington, Minnesota (EEUU) / REUTERS

Los líderes de la industria de semiconductores y sus aliados texanos se alarmaron por las interrupciones de la cadena de suministro del sector durante la pandemia. Ahora el estado trata de convertir las lecciones aprendidas en los últimos tres años en una oportunidad.

Texas destinará 1.400 millones de dólares en iniciativas de investigación y fabricación de microchips. Es un esfuerzo por atraer nuevas inversiones, conseguir subvenciones federales y crear miles de puestos de trabajo bien remunerados durante la próxima década.

El jueves, el gobernador Greg Abbott aprobó la ley Texas CHIPS Act, que creará el Fondo para la Innovación en Semiconductores de Texas, enfocado en subvencionar a las empresas que fabriquen chips en Texas y aportar fondos de contrapartida a las universidades y otras entidades estatales que inviertan en proyectos de diseño o fabricación de chips.

Los legisladores asignaron en el presupuesto de este año 698,3 millones de dólares al nuevo fondo y otros 666,4 millones a la creación de centros avanzados de investigación y desarrollo en la Universidad de Texas en Austin y la Texas A&M University.

La inversión es una muestra del compromiso de Texas con la carrera nacional por captar miles de millones de dólares en fondos federales para la industria.

El pasado agosto, el presidente Joe Biden firmó la ley federal CHIPS and Science Act, que destina 52.000 millones de dólares a impulsar la fabricación de semiconductores en el país. La ley apunta a fomentar la inversión privada en el sector ofreciendo subvenciones a las empresas que construyan nuevas instalaciones de fabricación o amplíen las que ya tienen, además de financiar nuevos proyectos de investigación y desarrollo.

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Los estados como Texas tienen un papel central en la estrategia del gobierno federal, especialmente en la formación y el desarrollo de la mano de obra necesaria, según los expertos del sector. Texas destaca en la escena nacional porque ya cuenta con uno de los ecosistemas más sólidos de la industria de semiconductores.

La ley federal CHIPS pretende fomentar el reshoring de la fabricación de semiconductores. Es decir: traer de vuelta al país fábricas de chips. EEUU importa la mayoría de los semiconductores, especialmente de Taiwán y Corea del Sur. Y la posibilidad de que China invada Taiwán —territorio que ha declarado su independencia y tiene su propio gobierno, pero que Pekín sigue considerando parte de China— ha hecho saltar las alarmas sobre su impacto en el suministro de semiconductores.

La dependencia de las importaciones de chips es un riesgo, como quedó patente durante la pandemia. Las interrupciones en las cadenas globales de suministro provocaron escasez de microchips, lo que a su vez causó conmociones en toda la economía estadounidense. Los semiconductores están cada vez más presentes en la vida cotidiana, no sólo en teléfonos u ordenadores portátiles. También los usás cuando manejás el auto, prendés la lavadora de ropa o hacés una transferencia bancaria.

El sistema de seguridad nacional y la comunidad de inteligencia de EEUU también dependen en gran medida de los semiconductores, advierte William Inboden, director ejecutivo del Centro Clements para la Seguridad Nacional de la Universidad de Texas en Austin.

«En el siglo XIX, el ingrediente clave del poder militar era la pólvora, en el siglo XX fue el petróleo y ahora son los semiconductores», dice Inboden.

Aunque admite que en general es contrario a la intervención del gobierno en la economía, Inboden asegura que apoya la ley federal CHIPS y el paquete económico de Texas por la importancia de la industria de microchips para la seguridad nacional. Inboden advierte también de que una invasión china de Taiwán podría causar una «depresión catastrófica» en EEUU y que el país debe tomar medidas preventivas.

La ley federal CHIPS tiene potencial para crear 100.000 nuevos puestos de trabajo bien remunerados en EEUU desde ahora hasta finales de la década, según estiman los expertos del sector. Dónde se radiquen las inversiones y los puestos de trabajo dependerá en gran medida de las políticas de cada estado subnacional.

Las empresas de semiconductores ya anunciaron 215.000 millones de dólares en inversiones y la creación de 40.000 puestos de trabajo en todo el país en respuesta a la ley federal CHIPS, según la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA, por sus siglas en inglés). Sesenta mil millones de estas inversiones llegarán a Texas, donde ya se han anunciado seis proyectos que crearán 8.000 puestos de trabajo en el sector. Texas es el segundo estado con más proyectos previstos, después de Arizona.

Dos de los proyectos de Texas son para construir nuevos fabs, como se conoce a las instalaciones de fabricación de microchips. Samsung Electronics construirá una en Taylor, lo que supone una inversión de 17.300 millones de dólares que creará 2.000 puestos de trabajo; y Texas Instruments construirá la otra en Sherman, un proyecto de 30.000 millones de dólares que contratará a 3.000 trabajadores de aquí a 2035. Otras tres son ampliaciones de fábricas de semiconductores ya existentes: Texas Instruments en Richardson, NXP en Austin y X-FAB en Lubbock. El último proyecto construirá una instalación de Global Wafers en Sherman dedicada a la fabricación de obleas de silicio.

Las empresas de microchips tienen actualmente 54 instalaciones en el estado. Con unos 45.000 trabajadores, Texas es el segundo estado con más trabajadores en el sector, sólo por detrás de California, según SIA. Texas aspira a alcanzar la primera posición en 2030.

Los expertos del sector afirman que la Ley CHIPS de Texas, dotada con 1.400 millones de dólares, es uno de los paquetes financieros más importantes del país y cumple las expectativas del Departamento de Comercio de EE.UU. sobre el papel de los estados en este sector.

Las arcas públicas de Texas financiarán dos centros de investigación y fabricación en las principales universidades del estado, que tendrán dos objetivos: situar a Texas a la vanguardia de las tecnologías más avanzadas y desarrollar la mano de obra necesaria para la industria. Encontrar trabajadores altamente cualificados es uno de los mayores retos para devolver la fabricación de chips a EEUU.

La Universidad de Texas en Austin recibirá 440 millones de dólares para construir fabs. Estos formarán parte del Instituto de Electrónica de Texas (TIE, por sus siglas en inglés), una asociación público-privada creada en 2022 que planea convertirse este año en una organización  sin ánimo independiente de la universidad. El TIE se centra en la fabricación de los contenedores de los microchips, un proceso conocido como packaging.

El packaging solía considerarse una parte de bajo valor de la cadena de suministro, pero eso está cambiando, según S.V. Sreenivasan, director de TIE.

En las últimas décadas, los chips se han hecho más pequeños y han aumentado su capacidad a un ritmo acelerado, pero el ritmo de mejora se está ralentizando, dijo Sreenivasan. El objetivo del TIE es desarrollar sistemas avanzados de packaging, lo que incluye poner distintos tipos de tecnologías en el mismo chip.

Las empresas estadounidenses dominan las fases de diseño de microchips, pero sólo fabrican el 12% de los circuitos y hacen el 3% del embalaje, señaló Sreenivasan. Esto coloca al país en una posición vulnerable si se interrumpe la cadena de suministro transnacional, advierte el director del TIE.

Texas A&M University recibirá 200 millones de dólares para construir fábricas de chips cuánticos y de inteligencia artificial, y unos 26,4 millones para el Centro de Microdispositivos y Sistemas, que trabajará en el desarrollo de la próxima generación de chips, según Yossef Elabd, vicerrector de investigación de la Texas A&M University. "
"Estamos centrados en la nueva química, los nuevos materiales, los nuevos procesos y la próxima generación de chips", dice Elabd.

Las instalaciones de ambas universidades no pretenden fabricar chips para la comercialización, pero sí desarrollar nuevos productos que cumplan las normas del mercado y formar a los futuros técnicos, ingenieros y líderes de la industria. Las empresas de semiconductores están colaborando con las dos universidades para indicarles qué tipo de instalaciones consideran que deberían construir y qué tendrían que enseñar a los estudiantes para que estén preparados para trabajar en este sector.

Elabd cree que Texas está en buena posición para atraer nuevas inversiones y fondos federales.

"La mayoría de las empresas de semiconductores ya están en Texas, hay mucha financiación en Texas, somos un estado muy favorable a las empresas y Texas A&M es la primera escuela del país en graduación de ingenieros. Es el mejor lugar para el crecimiento de la producción de chips", afirma. "La inversión de 1.400 millones de dólares es un enorme mensaje a toda la comunidad de que Texas quiere liderar este proceso".


Este artículo fue publicado originalmente en The Texas Tribune. The Texas Tribune es una medio no partidista, financiado por sus miembros, que informa e involucra a los texanos en la política estatal.