Operario de una fabrica argentina. Autor: Maximiliano Amena - LA NACION
Operario de una fabrica argentina. Autor: Maximiliano Amena - LA NACION

Si bien la economía mundial viene enfrentando episodios disruptivos y está expuesta a potenciales consecuencias severas derivadas del actual conflicto bélico, principalmente con la vuelta de la inflación; desde el siglo pasado indudablemente se produjeron avances considerables en la gestión económica que redundaron en estabilidad y crecimiento económico.productividad inclusiva productividad inclusiva

Desde mediados del siglo XX, la macroeconomía se transformó en una disciplina fundamental para el abordaje y gestión económica. La perspectiva de análisis trascendió desde el estudio de los microfundamentos hacia el de agregados económicos, lo cual posibilitó una mejor gestión frente a eventos de fluctuación económica.

La economías convergieron en procesos estables de crecimiento que generalmente se han caracterizado por presentar dinámicas de largo plazo con tasas no excesivas, gestiones prudenciales sobre el comportamiento de variables nominales que evitaron, en su mayoría, eventos de volatilidad real y financiera, y con administraciones de política económica de perspectiva estructural que se alejaron del enfoque unidimensional. Por otro lado, se observan dinámicas asociadas con la inestabilidad y las crisis de gran frecuencia. Estas pueden presentar períodos limitados de tasas aceleradas de crecimiento económico pero que en el mediano y largo plazo no son sostenibles dadas las inconsistencias internas que pueden estar marcadas por una estructura económica dual de diversa intensidad en la productividad, gestiones de política macroeconómica no sustentables sobre ciertas variables nominales y perspectivas unidimensionales situadas, en forma casi excluyente, en lado de la demanda o, por otro lado, en la oferta.

Una respuesta estructural a la inestabilidad económica

A la luz de esa diferenciación, los países que han logrado estabilidad, aún con problemas por resolver y con marcadas diferencias idiosincráticas, se pueden observar en las experiencias de Tailandia, en menor medida Vietnam y, uno de los casos más emblemáticos, Corea del Sur. Por el lado regional, Colombia Perú y Chile se pueden incluir en este grupo. Mientras que en el grupo de los inestables, muchos con características crónicas, se pueden incluir algunos casos de América del Sur, principalmente Venezuela y la Argentina.

Hay caminos posibles para soltar amarras a la inestabilidad y graduarse como economía estable. El Proyecto de Productividad Inclusiva (PI), en desarrollo en el IAE-Business School y la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, propone el logro simultáneo del aumento de la productividad y de la inclusión, es decir, aumento del producto por empleo y, paralelamente, mejores condiciones en materia de ingreso, empleo, capacitación, desarrollo profesional y bienestar en general. En efecto, se plantea la necesidad de una perspectiva multidimensional para abordar el objetivo simultáneo de aumento de productividad y generación virtuosa de inclusión social.

El ejemplo de Corea del Sur

Se dispone de experiencias favorables de transformación industrial y convergencia hacia el desarrollo económico. Uno de esos casos es, como lo mencionamos precedentemente, Corea del Sur donde se evidencia un proceso exitoso de transformación de su estructura productiva al pasar de la producción de bienes manufacturados, a la generación de bienes y servicios con un alto contenido tecnológico, por medio de la protección y, posteriormente, la apertura de mercado. Los cambios económicos y tecnológicos que emergieron en el mundo y la nueva economía del conocimiento obligaron a los gobiernos de Corea a implementar diversas estrategias de desarrollo productivo y social.

A partir de la década de 1960 se inauguró un proceso de transformación productivo con el objetivo de promover la industria manufacturera y su exportación. Estrategia que permaneció esencialmente hasta la década de 1980. En concreto, desde el fin del decenio 1960 el crecimiento económico, medido desde la dinámica del producto PIB, fue notorio a pesar de las crisis externas y tensiones internas que se pudieron resolver con cierta celeridad. El crecimiento promedio anual del PIB en el período 1960-2019 resultó en 7,3% conformando seis décadas de expansión del PIB con períodos de mayor intensidad de crecimiento. No obstante, solo en dos años del período referido se presentan retracciones de la tasa de crecimiento, 1980 y 1998, como consecuencia de los efectos del shock de los precios del petróleo y, por otro lado, de la crisis financiera de la región.

Ciertamente, el desarrollo coreano es favorable no solo por sus resultados, sino por la aceleración del proceso de transformación productiva implementada a través de planes quinquenales de desarrollo económico, que llevó a la convergencia hacia los niveles de PIB de los países desarrollados en la cual, como aludiremos más adelante, tiene como principales variables causales a la acumulación de capital físico y humano. En ese sentido, la inversión de la economía fue impulsada por el gobierno acompañando el proceso industrial y como una necesidad de dinamizar e incluir a los demás sectores de actividad económica. La inversión bruta interna fija (IBIF) hacia el inicio del decenio 1960 se situó en 12% del PIB pero en 1970 ya estaba en 23%.

El sistema educativo fue un objetivo simultáneo al proceso de transformación industrial acelerado de la economía coreana. Esto fue un factor determinante para el desarrollo sostenible de la economía y la generación de una mayor inclusión al mercado laboral. De hecho, Corea presenta un nivel bajo de desempleo, 4% promedio en los últimos años, en un marco del mayor nivel de robotización industrial por trabajador manufacturero. De acuerdo a International Federation of Robotics, 932 robots cada 10.000 trabajadores manufactureros en el año 2020.

En 1959, la tasa de promoción en la enseñanza primaria llegó al 96% y se estableció en un nivel promedio del 100% en el período 1970-2019, por encima del promedio mundial y de los países de la OCDE. Mientras que en el decenio de 1970 la proporción promedio anual de inscripción a la escuela secundaria para los estudiantes en esa edad escolar era 54% y para los países de la OCDE 74,75% sobre el grupo etario correspondiente. Sin embargo, hacia fines de la década de 1980, en Corea el 93% de los estudiantes en edad escolar secundaria estaban inscriptos, un avance sustancial que se tradujo en una convergencia con los países desarrollados cuya proporción de estudiantes matriculados en ese mismo período era 85%.

Ordenamiento macro junto a perspectiva de cambio estructural

Por lo tanto y desde la experiencia coreana, se destacan factores fundamentales en relación a un programa de desarrollo desde la productividad inclusiva. Si bien el desempeño macroeconómico es condición de primer orden para iniciar una fase de crecimiento de largo plazo donde convivan el aumento de la productividad y la generación de mayor empleo; el argumento central debería situarse desde la perspectiva del desarrollo, es decir, desde la incorporación de una perspectiva estructural del proceso macroeconómico. Pues, dado el crecimiento económico generado, el proceso de transformación de la economía y la sociedad durante ese proceso se presentan como determinantes. En tanto, esta transformación impulsa la naturaleza de los cambios de la estructura de la producción en conjunto, el proceso de industrialización en particular, aunque principalmente con el mercado laboral y el nivel de cualificación del factor trabajo desde el acceso a la educación o capacitación a la que puede acceder, es decir, factores estrechamente vinculados con la productividad inclusiva.