En Argentina, el conjunto de las PyMEs genera el alrededor del 90% del empleo privado y aporta casi el 50% del PBI. Antes del COVID-19, eran unas 700.000 empresas que empleaban a cinco millones de personas. Los gobiernos de los últimos 30 años siempre destacaron en sus discursos el rol preponderante del entramado PyME. Todos, por diversas razones, fracasaron en los hechos. La razón fundamental es que las medidas que adoptaron eran meramente coyunturales, de corto plazo, sin un plan estratégico nacional de largo aliento, que fomente el desarrollo y fije las prioridades como directrices en escala nacional, para luego atender las particularidades de cada región geográfica y que se alcance la tan ansiada integración nacional.
Las reglas de juego cambiantes, difusas y confusas, una burocracia estatal alejada de las necesidades de las PyMEs, la falta de financiamiento adecuado en la banca pública y privada, la escasez de estímulos fuertes y duraderos en áreas clave del desarrollo nacional y de cada rincón del país, son algunas de las características del marco de los últimos 30 años. Esto se tradujo en la falta de visión estratégica para integrarnos al mundo, sin la comprensión de un abordaje global con anclaje local para que las PyMEs se afiancen, no solo en el mercado interno sino que puedan exportar productos y servicios con valor agregado, dadas las condiciones previas de prefinanciamiento disponible, la capacitación y el asesoramiento adecuado.
Podemos mencionar muchos y variados ejemplos de la importancia de las PYMES en las economías regionales como motores de desarrollo local, que da vida a cada pueblo del interior. Desde las Tecnológicas instaladas en mi ciudad Tandil, que desarrollan y exportan conocimiento a través del software, apps, plataformas de ecommerce, que han conformado un polo que agrupa a casi un centenar de empresas y emprendimientos, con unas 2.000 personas trabajando en el sector, hasta otras más tradicionales, que pertenecen a familias históricas, como el caso de los molinos harineros, aceiteras, elaboración de chacinados y quesos.
Presión impositiva y políticas antidesarrollistas
En cada pueblo hay una historia que supo ver el desarrollo varias décadas atrás, que tuvo su esplendor durante el gobierno de Arturo Frondizi y que en estos últimos 30 años, lentamente, sufrieron el desgaste de la palanca productiva y sus motores. Las PyMEs se fundieron como consecuencia de la desmesurada presión impositiva, las cargas laborales y otros pesados requisitos excepcionales que vinieron para quedarse.
«Argentina es pobre porque se pone más énfasis en distribuir que en producir riqueza. A quienes producimos nos miran para ver que más nos pueden cobrar, sin tener en cuenta que una empresa que cierra no paga más salarios, ni impuestos, ni contrata servicios en la zona», sostuvo Ignacio Noel, CEO y principal accionista del histórico Molino harinero Guglielmetti (actualmente Morixe), en una entrevista en el diario El Fénix, medio periodístico de mi ciudad natal Benito Juárez (Buenos Aires). El empresario relata sobre las inversiones realizadas en la planta industrial, con incorporación de última tecnología, ampliación de líneas de productos y su intención por hacer crecer la empresa en la ciudad de origen. Pero choca con la realidad de la falta de políticas públicas para el desarrollo empresario, de todos los niveles de gobierno, como limitaciones en el suministro eléctrico. En tan sólo tres años, la firma tuvo un incremento de las tasas municipales que se multiplicó por 14 veces, dice la entrevista en el cierre.
Aún así, en un estado de continua incertidumbre y a pesar del contexto macroeconómico con indicadores negativos en todas sus variables, existen casos de PyMEs exitosas, como las vinculadas a la economía del conocimiento y de los agronegocios. Es decir, a nivel microeconómico tenemos empresas pequeñas y medianas exitosas, además de emprendedores innovadores que logran desarrollarse en ecosistemas productivos locales. ¿Qué está fallando? ¿Qué falta para que desplieguen todo el potencial en la creación y desarrollo de empresas?
En primer lugar, no hay relación entre el mundo educativo —terciario o universitario— y el productivo. El mercado laboral exige nuevos profesionales, más especializados en tecnologías, en carreras de ciencias duras. Alieto Guadagni, en su disertación organizada por la Usina Desarrollista, sostiene que por cada Ingeniero se reciben tres psicólogos. Por otro lado, hay una baja cantidad de egresados universitarios en relación a los que ingresan y a estándares de otros países. Del punto anterior se desprende que es baja la innovación en Argentina, con indicadores que muestran claramente los resultados en patentes de invención en I+D+i. Luciano Pizarro, lo explicaba, días pasados, en su exposición de la Usina Desarrollista que en 2019 Argentina registró el patentamiento de 160 invenciones y Corea del Sur, 40.000.
Otro factor perjudicial es el sobredimensionamiento del sector público, que además no da respuestas efectivas y eficientes para estimular el desarrollo productivo. Las áreas de Desarrollo Económico de los municipios y de los ministerios provinciales tienen presupuestos mínimos, en especial si se la compara con las carteras que tienen como objetivo la contención social, mál denominadas de «Desarrollo Social».
¿Cómo se sale? Algunas propuestas
A esta altura, a nadie le caben dudas de que la clave del desarrollo fue, es y será el agregado de valor. En cualquier sector de la economía es así, aunque resulta indispensable fijar prioridades y tomar como válida y vigente aquella famosa frase de Arturo Frondizi «carne más petróleo es igual a acero».
A nivel macroeconómico, detallo algunas directrices para una política económica que incentive a las PyMEs pueden ser. Primero, aliviar el peso impositivo de IVA y Ganancias, además de eliminar o reducir los anticipios a cuenta de ganancias, algo que hace Paraguay y crece a una tasa de 3,7% anual dede hace dos décadas. Segundo, reducir los costos laborales y flexibilizar las modalidades de contratación. Tercero, aumentar el financiamiento del Banco Nación y el BICE a gran escala para 500.000 micro empresas y PyMEs, con destino a nuevas inversiones, lo que financia la oferta y no el consumo. Por último, desarrollar y promocionar nuevas herramientas para financiamiento de PyMES, como fondos de garantías, warrants, factoring, leasing o fideicomisos.
A nivel mesoeconómico, una vez que las condiciones macro sienten las bases para el desarrollo, se debe potenciar las cadenas agroexportadoreas y las economías regionales. Las cadenas agroexportadoras incluyen sectores con potencial para generar divisas, como la soja, el maíz, el trigo, el giraso, las carnes vacuna, porcina y aviar. El éxito depende de que se logre el desarrollo de las cadenas en su conjunto y no de unos pocos eslabones. En materia de economías regonales, se debe dar un fuerte estímulo al valor agregado en producciones como la vid, los olivares, la yerba mate, la frutihurtícola, la pesca, entre otras. Esto debe venir de la mano de un significativo trabajo de asociativismo mediante consorcios regionales productivos y consorcios regionales exportadores.
A nivel micro, las medidas tiene que incentivar la creación de nuevos clústers y el fortalecimiento de los existentes. Menciono ejemplos exitosos que conozco en Tandil, como el clúster quesero, el porcino, el cervecero y algunos más que están en proceso de formación. Seguramente hay muchos a lo largo y ancho del país que requieren de apoyo municipal y del entramado institucional y productivo de cada pueblo o región. Los ,unicipios deben priorizar la producción de riqueza y de valor agregado a través del reposicionamiento de las secretarías o areas de Desarrollo Económico locales, de la mano del conocimiento aplicado, la elaboración de programas eficaces que sirvan de puntapié inicial para acompañar y orientar a muchos nuevos emprendedores, pertenecientes a sectores estratégicos para el país.
¿Qué tipo de proyectos pueden ser exitosos?
Entre las actividades con mayor potencial para el desarrollo se destacan los sectores tecnológicos en sus más diversas manifestaciones. Principalmente los orientados a las Agrotech y Salud, los que contemplan el teletrabajo, el conocimiento aplicado a la logística, el marketing, el desarrollo de patentes, el diseño industrial, la Robótica, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la realidad virtual y realidad aumentada, el conocimiento aplicado a agroalimentos en general. En todos los casos es factible que las PyMEs puedan desarrollar proyectos de estas características, más aún en aquellas cuyas direcciones empresariales están en manos de profesionales. No es solo un asunto de grandes empresas.
Los avances tecnológicos que definen la revolución 4.0, como la big data, el internet de las cosas, la robotización, la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la impresión 3D, los sensores, la realidad virtual, los servicios en la nube y la nanotecnología son el eje transversal productivo que afectan a todos los sectores revolucionando la manera de producir bienes y servicios. Son estas tecnologías del conocimiento los factores transversales que impactan en toda la vida cotidiana de las personas, de las ciudades y de todos los ecosistemas y sectores de la economía y la producción. Lejos de ser obsoleta, la industria, en su versión 4.0, es la nave insignia de la innovación y desarrollo a nivel mundial al punto que no sólo la I+D de los países desarrollados se orienta a la industria (80%), sino que incluso ese ritmo de inversión sirve para medir al propio avance al desarrollo. La revolución 4.0 debería ser la oportunidad para que los argentinos revaloricemos nuestra industria.