keynesianos y liberales
John Maynard Keynes y Milton Friedman en la tapa de la Revista Time

La discusión económica argentina recae una y otra vez en un contrapunto entre keynesianos y liberales, señala Máximo Merchensky en una charla con Visión Desarrollista. Estas dos corrientes ideológicas tienen base en instituciones académicas, explica el referente desarrollista. La heterodoxia neokeynesiana tiene base en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y el monetarismo ortodoxo, en el Centro de Estudios Macroeconómicos Argentinos (CEMA). «La discusión entre keynesianos y liberales es pueril. Ambos son razonables y hasta indicados para determinados contextos, pero en economías normales, desarrolladas, capitalizadas. No para Argentina que intentó con los dos modelos y siguió hundiendo en el subdesarrollo», critica Merchensky.

Ambos modelos fracasan porque no se enfocan en el problema central, que es estructural: la capitalización de la economía. «El resultado de los vaivenes de la política económica entre esta suerte de proactividad keynesiana promotora del consumo y el ajuste neoliberal es la creciente descapitalización», subraya Merchensky.

Cuando John Maynard Keynes planteó la política de estimular la demanda a través del gasto público y la emisión monetaria, el principal problema de la economía global era la Gran Depresión de la década de 1930. Era una economía hipercapitalizada que se había hundido en la recesión. Un escenario muy diferente al que enfrenta la economía argentina actual porque es una economía descapitalizada, destaca el referente desarrollista. «Esas recetas de promover la actividad por el lado de la demanda agregada no caminan en estas tierras porque hay un problema de oferta, de capitalización, de productividad», insiste.

El monetarismo había quedado marginado como corriente de ideas en el siglo XX, pero volvió a ganar fuerza después de la crisis del peróleo de 1973, recuerda Merchensky. Los países desarrollados, entre ellos EEUU, entraron en procesos inflacionarios. Y algunos en periodos de estanflación. En ese contexto ganó protagonismo la línea ideológica que ponía el foco en el peso del sector público sobre la economía. El monetarismo da soluciones muy simples y lógicas: bajar el gasto, controlar la inflación, ceñir el comportamiento de los bancos centrales a los modelos que postulaba la escuela de Chicago. Y funcionó. «El mundo entero desde Milton Friedman para acá derrotó la inflación con recetas monetaristas. Nunca más existió la inflación como problema, salvo en países como el nuestro», remarca, recordando como Rogelio Frigerio detalló magistralmente los errores conceptuales de liberales y keynesianos en su recopilación de debates públicos con Alsogaray.

Las crisis globales como la actual, sin embargo, marcan puntos de quiebre. «Las dirigencias de todo el mundo saben que ante una crisis global y profunda como la de 2009 o la del coronavirus hay que romper los libros de Friedman por unos meses», sostiene Merchensky. Por un tiempo, explica, emiten y «se vuelven keynesianos», pero una vez que vuelve la normalidad, retornan a las recetas de Friedman.

La capitalización del sector privado

Para Merchensky, en Argentina existe un mito que enturbia la discusión sobre el desarrollo: la idea de que es un país rico, que tiene una gallina de los huevos de oro que va a resolver todos los problemas. Esto alimenta una visión antidesarrollista: la creencia de que no hace falta la capitalización. «La verdad es que no podemos cortar camino, hace falta capitalización, en especial del sector privado. Después puede haber grandes inversiones extranjeras y el Estado puede invertir en obra pública, pero lo fundamental es que el sector privado entre en una gran dinámica de capitalización», razona.

Una política favorable a la inversión privada tiene que alinear los incentivos de largo plazo y ofrecer una perspectiva de obtener beneficios, plantea Merchensky. «Esto incluye la seguridad jurídica, pero es mucho más. La seguridad jurídica es el resultado. El camino es establecer un sistema de reglas del juego, con incentivos y penalidades, y sostenerlo en el tiempo.  Eso deriva, con los años, en algo parecido al mentado cambio cultural. Es que hiciste sustentable la confianza. Por eso cuando los liberales insisten con la seguridad jurídica se equivocan. Primero es el sistema de incentivos consistente«, cuestiona.

Ese marco de políticas públicas es lo que hace posible que haya un cambio en el comportamiento de los empresarios argentinos, señala el desarrollista. Por eso considera un error la concepción progresista, que pone el énfasis en el comportamiento empresaria. «El problema no son los empresarios, ellos quieren ganar plata y está bien. El problema es si las condiciones hacen que que la mejor manera de ganar plata sea fugando capitales. Con condiciones diferentes, no se fugarían más capitales», concluye Merchensky. Después de décadas de intestabilidad y un sistema de incentivos que fomenta la descapitalización, la fuga de capitales se convirtió en un mecanismo defensivo, apunta. «El empresario compra dólares y los fuga antes de que la crisis argentina destruya sy capital. Si nunca los invierte en Argentina es porque no le conviene. Hay que enfocarse en entender por qué Argentina destruye sistemáticamente empresas antes de enojarse con los empresarios», sostiene.